En Argentina, 9 de cada 10 personas vivimos en zonas urbanas. Según el Registro Nacional de Barrios Populares, hay 5687 villas y asentamientos populares en todo el país habitados por más de 5 millones de personas. En cuanto a tamaño, los barrios populares equivalen a casi 3 veces la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. ¿Y los espacios para recrearnos?
Caminando por cualquiera de nuestros barrios vamos a encontrar calles embarradas, agua estancada, basurales, cables que cuelgan y mal alumbrado público. Pero hay algo que es muy difícil de encontrar: espacios de esparcimiento, recreación o descanso, para que los chicos y chicas puedan jugar o sentarse a tomar mate. Vamos a hacer un recorrido, ¿nos quieren acompañar?
Tanto el barrio San Martín de Paraná como el Madres a la Lucha de Río Gallegos, tienen un solo espacio a cielo abierto y es el basural municipal.
En Chaco, las y los pibes de la Chacra 136 se las ingenian para jugar al fútbol y lastimarse lo menos posible con el pésimo estado de los terrenos. Para acceder a los juegos de una plaza tienen que recorrer varios kilómetros en colectivo.
La falta de espacios públicos recreativos para las poblaciones empobrecidas no es más que la ausencia del Estado. En ese panorama, nos preguntamos: ¿Dónde crecen las infancias y adolescencias? ¿Dónde juegan? ¿Cómo las contenemos sin lugares para el arte, el deporte y el juego? ¿Qué opciones les quedan, entonces?
La urbanización real también implica nuestro derecho a la recreación y el aire puro. Sin eso, el abordaje a las juventudes es solamente humo.