El 10 de enero de 1994 once agentes de la ex Brigada de Investigaciones de Lanús, provincia de Buenos Aires, asesinaron a cuatro personas en el caso que se conoce como la Masacre de Wilde. Claudio Díaz es el único sobreviviente que puede contar lo que pasó.
El grupo de policías salió a buscar a un grupo de ladrones y confundieron los autos que buscaban. Sin voz de alto dispararon 200 balazos contra el auto del remisero Roberto Corbo, quien murió junto a sus dos pasajeros Gustavo Mendoza y Enrique Bielsa. El otro vehículo fue detenido a disparos y cuando bajaron, fusilaron a Edgardo Cicutín y quedó vivo Claudio Díaz.
“La expectativa de vida es de 60 o 70 años, y tener que esperar casi 30 años un juicio, es decir, media vida, es mucho tiempo. Lo que queremos junto a los familiares es que se haga justa justicia. Que se sepa por qué actuaron como actuaron, tirando con cizaña a matar a gente civil. Y, sobre todas las cosas, que expliquen por qué se tardó tanto”, expresa Claudio.
“Lo del juicio es cerrar el círculo y sacar todos estos recuerdos de una caja donde los tengo guardados. Cada vez que los sacaba me quebraba porque es angustiante que no te escuchen y cajoneen el caso. Es la primera vez que estoy narrando este suceso y no me quiebro. ¿Será que me hacía falta hablarlo frente a los mismos policías implicados y frente al tribunal? Cuando yo hablaba de esto casi nunca podía terminar de hablar pero después de sentarme frente al tribunal y narrado todo ante los mismos policías actuantes, me siento más liberado para contarlo”.
28 años pasaron desde la masacre, ahora los acusados deberán responder por los delitos de cuádruple homicidio simple y un homicidio simple en grado de tentativa en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de Lomas de Zamora. Que quede claro: ¡Fue una masacre!