¿Sabés qué? Por acá abajo, pero bien abajo, te extrañamos todavía. Desde Fiorito, hasta los rincones más desconocidos de cualquier cancha, vengaste las injusticias de tu villa, nuestras villas: con una pelota.
De Nelson Santa Cruz, y todas las villas, para Diego.
Te queríamos contar, hoy que es tu cumpleaños, que por acá andamos un toque rengos de tanto jugar en la canchita del barrio, de tanto malabarear desde cualquier comedor, de tropezarnos con tanto negacionista de nuestras realidades desde que naciste, hace 62 años, y mucho antes también. Pero vemos en las sonrisas de cualquier generación tu gol más preciso: gritar por nosotras y nosotros todo lo que todavía el Estado no hizo.
La otra vez, Diego, cuando dijeron que te habías ido, caminábamos cabizbajos recordando que nos abriste las puertas de tu propia casa para darnos aquello que creíamos sería una entrevista. Pero fue muchísimo más, por eso lo del luto no lo podíamos compartir con los demás. Ahí mismo, sensibilizados por los aplausos y las críticas compartidas, afichamos todos los barrios populares posibles con tu rostro.
¿Podés guardarnos un secreto? Cada pibito que nos vio con el engrudo caminando con miles de Maradona ilustrados sobre el papel se acercó a la pegatina. En todo esto pensamos ahora mientras gambeteamos sobre un teclado sin teclas, bajo un techo de chapa, con internet sin megas, con nuestro periodismo popular.
Pronto, en un ratito, la Selección estará mirando hacia arriba esperando tus brazos levantados. Nosotras, y nosotros, te estaremos viendo en cada camiseta, con tu frase tatuada, desde cualquier televisión, en cualquier potrero: «Los grandes jugadores fueron villeros, a mucha honra, ¡y acá tenés al primero!».
