Una vez más hay que lamentar una muerte en condiciones de extrema pobreza. El sábado 8 de octubre, Facundo Velas de 21 años murió aplastado por una máquina para enterrar residuos en el vertedero San Javier, un basural a cielo abierto en Salta. Es la segunda muerte en este lugar en lo que va del 2022. En promedio, dos personas mueren por año de esta manera.
Rodrigo Escribas vive en Salta y es delegado de la Federación Argentina de Cartoneros y Recicladores. Cuenta que «es un mundo donde no hay controles. Hay tres cooperativas y están autorizados a trabajar 300 compañeros pero, por día, entran más de 500 personas. Cuando pasa la máquina que va triturando la basura y enterrándola, los compañeros se arriesgan y se tiran antes que pase la máquina viendo si sacan una botella o un cartón o lo que sea. Todos los días hay riesgo de muerte en un basural”.
En este contexto de hambre en los barrios, son cada vez más las familias que recurren a basurales para buscar cartón, vidrio o plástico para vender y hasta para alimentarse de las sobras de comida que encuentran. Ni el Estado ni la empresa cuentan con medidas de seguridad para trabajar en el basural lo que implica una mayor precarización de las condiciones laborales de recicladores y cartoneros.
La empresa a cargo del basural es la misma que se encarga de la recolección total de residuos de la ciudad de Salta, se llama Agrotécnica Fueguina y recibe el 20% del presupuesto anual de la ciudad, lo que equivale a 300 millones de pesos anuales, osea 10 millones de pesos por día.
«La responsabilidad del Estado es absoluta, por desidia y por falta de decisión política de cambiar las cosas. Hasta el día de hoy no salió ninguna autoridad, no salió la intendenta, no salió ningún funcionario a aclarar lo que pasó. Los compañeros siguen trabajando como si nada, siguen amenazados, siguen sin ninguna medida que los favorezca y si no hay una solución de fondo, vamos a tener que seguir lamentando y dando estas malas noticias porque se está volviendo rutinario», concluye Rodrigo.
La integridad física y condiciones dignas de trabajo deberían ser lo primero: ¡ni una muerte más en el vertedero!