El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se conmemora para denunciar la violencia que está atravesada fuertemente por la desigualdad de género. En nuestro país, de septiembre a octubre, la tasa de femicidios aumentó un 44,5%.
La Casa del Encuentro relevó que, en 2022, el 51% de las mujeres fueron asesinadas por su pareja o expareja. En 51 oportunidades las víctimas habían realizado una denuncia contra su agresor, pero solo nueve femicidas tenían dictada una medida cautelar de prevención en su contra.
En nuestros barrios populares acompañamos a 166 personas por situaciones de violencia de género durante el 2022. Sólo en el 52,2% de los casos el agresor tenía perimetral y encima no se respetan. Peor aún: solamente al 39,41% les dieron un botón antipánico y en la mayoría de los casos siquiera funcionaban. Si existen medidas de protección reales, avísennos, porque acá no llegan.
Las mujeres y disidencias que conviven con sus agresores se ven en un callejón sin salida. Y si a todo esto le sumamos hijas o hijos, peor. 32 personas que acompañamos no tuvieron ninguna solución habitacional, es decir, no pudieron ir a paradores, refugios, casa de familiares o amistades.
En los momentos en que todo está roto, necesitamos un lugar que nos resguarde, donde el violento no pueda entrar. Un lugar que nos brinde la oportunidad de rearmarnos y empezar de nuevo.
Si estamos desempleadas, si no tenemos cómo pagar un alquiler, si no podemos acceder a un refugio o parador, no hay salida posible. Estamos condenadas a convivir con nuestro agresor. Esta realidad va a cambiar cuando realmente nos escuchen.