18 noviembre, 2022
, Qatar

«EN QATAR NO HAY MILITANCIA, SINO SUPERVIVIENCIA»

Nací y me crié en Qatar, en un ambiente muy tradicional y conservador, sin acceso a ningún medio de comunicación ni Internet, y sin visibilidad LGBTIQ+ a mi alrededor. Ya sabía, no obstante, que era una persona LGBTIQ+, desde que era adolescente, pero es algo que no podemos discutir. No hay canales ni espacios seguros para hacerlo. Muchos de nosotros terminamos casándonos en matrimonios arreglados, así que, simplemente, evitaba el tema. Por Nasser Mohamed, militante LGBTIQ+ qatarí. 

Estaba estudiando medicina y en un viaje a Estados Unidos me di cuenta definitivamente de que era gay, y de que no podía cumplir con lo que se esperaba de mí. Fue un momento difícil, porque fue una crisis de identidad, y porque me di cuenta de que no podía estar seguro en casa. Volví y estuve un año más en Qatar. Estaba terminando mis estudios, y supe que tenía que irme, así que me inscribí para hacer mis residencias acá en Estados Unidos. Cuando me fui, lo hice con la intención de no volver, y vivo como una persona abiertamente gay en Estados Unidos desde 2011. En 2015, cuando terminé mis estudios, pedí asilo político, porque necesitaba estar seguro de que estaba protegido, y me lo concedieron en 2017.

Este año tuve la última fase de mi salida del clóset, y espero que sea la última. Este año, la narrativa más ruidosa giraría en torno al Mundial de Fútbol Masculino, y sentí que el marketing iba a ser peligroso. Pensé que debía ser visto como una persona LGBTIQ+ qatarí, y entendí que era realmente importante que nuestros chicos salieran del clóset, porque no hay ningún reporte oficial acerca de lo que actualmente le sucede a las personas LGBTIQ+ en Qatar. Nuestras historias no son escuchadas. Pero sólo conocía un puñado de personas LGBTIQ+ en Qatar, porque era peligroso estar conectados entre nosotros. Entonces salí públicamente del clóset, como declaración, pero también para que pudieran encontrarme. Y me encontraron. Muchas personas, algunas desde Qatar y otras desde otros países en los que se encuentran bajo asilo.

Nos conectamos con documentalistas y con Human Rights Watch para hacer una serie de reportajes con testimonios en primera persona de personas LGBT en Qatar, con alteraciones en la imagen y el sonido para que sea seguro. Pusimos sobre la mesa evidencia sustancial de que existen terapias de conversión auspiciadas por el Estado, y prostitución de personas LGBTIQ+ auspiciada por el Estado. Finalmente, contacté a víctimas reales de torturas físicas con Human Rights Watch. Todos estos esfuerzos se aunaron y nos llevaron a abrir la Fundación Alwan, la primera organización LGBT de la región. Ahora estamos por lanzar el proyecto Proud Maroons (Granates Orgullosos), la primera hinchada LGBTIQ+ de la selección qatarí.

Cada historia es diferente, pero todas las personas tienen miedo de ser descubiertas. Porque si sos descubierto no importa cuán poderoso seas, te van a tumbar. Es un miedo realmente profundo. Yo odiaba mi vida, quien era y donde estaba. Hasta cierto punto creía que era sólo yo, que había algo mal conmigo. Y después de salir públicamente del clóset, más de un qatarí se sorprendió, porque de verdad pensaban que eran los únicos. Creo que la visibilidad es muy importante, a pesar de ser peligrosa. La necesitamos para mostrar que el sistema qatarí fue diseñado sin vernos, sin reconocer que existimos, y que hoy sufrimos las consecuencias de eso.

La verdad es que el régimen qatarí y la Copa del Mundo van a quitarnos más derechos y empeorar las cosas. Mostramos evidencia de que las cosas en Qatar no están bien, y simplemente lo negaron. Y el presidente de la FIFA dijo “sólo juguemos al fútbol”. Ignorar a las personas, eso es lo que busca este evento. No había tomado conciencia de hasta qué punto los deportes pueden ser utilizados por los regímenes hasta que me pasó a mí, hasta que vi cómo un régimen abusivo lo usa y simula que algunas cosas, incluso seres humanos, no existen. Es muy difícil ver que una plataforma global se está usando para encubrir las cosas.

En Qatar no hay militancia, sino supervivencia. No hay organización de ningún tipo, porque sería considerada ilegal. No sólo de personas LGBTIQ+: cualquier organización civil es ilegal en Qatar. Podés conseguir trabajo, mientras no sepan que sos LGBTIQ+. Las personas que sufren más son aquellas con cuestiones de expresión de género, específicamente las mujeres trans. Ellas son las que más sufren, porque simplemente no pueden esconder quiénes son. Muchas tienen dificultades para tener trabajo, y cuando lo tienen, no pueden sostenerlo, y son echadas de sus casas por sus propias familias y eso abre paso a la explotación, porque, ¿cómo van a alimentarse?

La verdad es que no hay información certera. En todo el Golfo árabe no hay ni una organización LGBT, y no hay una imagen adecuada de las condiciones de cada país. Tampoco hay datos acerca de cuántas personas están en la cárcel: yo conozco personalmente a tres que fueron liberadas este mes. Cuando hacemos las entrevistas tenemos que idear soluciones tecnológicas para asegurarnos de que las personas no sean rastreadas y descubiertas. Es muy difícil enfrentarse a un régimen. Creo que la prensa juega un rol muy importante en aportar visibilidad.

Ahora mismo me siento paralizado. Estoy intentado no sentir. Fue muy difícil entrevistar personas de Qatar. Hablé con víctimas de torturas físicas, vi sus cicatrices, escuché las torturas que sufrieron con todos los detalles. Recibo amenazas de muerte y soy blanco de bullying. Pero tengo un objetivo, así que, francamente, estoy intentando no sentir. Sentir, en este momento, me volvería más lento, y necesito hacer. Necesito hacer esto, porque esto no tiene que ser el trabajo de algunas pocas personas. Tiene que ser una organización, con recursos, conexiones y la capacidad de seguir trabajando a lo largo del tiempo e impulsar esta causa.

Hay también un lado positive. Escuché a personas de casi 50 países distintos. Fue muy intenso, fabuloso y esperanzador sentir que, a pesar de cuán diferentes somos, en el fondo somos iguales. Vivimos en distintos lugares, pero somos todos seres humanos. Por eso hoy lo que más necesitamos es visibilizar la persecución de las personas LGBT en Qatar y gritar que amar no es un crimen.