La villa te extraña, Diego. Te extraña porque te vio nacer y gambetear la pobreza desde pendejo. Te extraña porque te plantaste contra el poder. Te extraña y no quedó otra que hacerte eterno, aún más en aquellos días en los que el mundo es un infierno.
Nos falta tu sonrisa y tu grito de corazón, con medio cuerpo afuera del palco, alentando a la Selección. Pero hay algo que nos mantiene la ilusión viva: saber que mañana vas a estar apoyando a Argentina desde allá arriba. Hoy te recordamos con unas palabras que nos dijiste cuando te entrevistamos por primera vez, ese día que te preguntamos por qué nos habías abierto las puertas de tu casa si éramos unos villeros y nos respondiste: “por eso”.
“Nunca hay que quedarse estático, amigos, hay que darle duro y parejo, porque las ilusiones se van dando. Yo soñé muchas cosas que se me cumplieron, y no le puedo pedir más al barba, la verdad es que no le puedo pedir más. Ya llené el casillero, pero ustedes sigan soñando, que se les va a dar”.