Hoy se cumplen tres años del día en que asesinaron a Fernando Báez Sosa. La madrugada del 18 de enero del 2020, había ido a un boliche junto a un grupo de amigos, en Villa Gesell. A la salida, jugadores de rugby lo tiraron al suelo y lo golpearon, hasta provocarle la muerte.
En el marco del juicio, muchas discusiones sobre el deporte se han puesto en la mesa. Pero jugadoras como Xoana Sosa, del Sitas Rugby Club, reflejan una mirada necesaria: “El problema no es el rugby, es el patriarcado, el machismo”.
«El modus operandi de siempre, atacar o defenderse con violencia, como una cofradía. Es algo que hay que romper. Donde no se da lugar a la individualidad, todo es más homogéneo y estereotipado. En cualquier ámbito, son los varones quienes sostienen ese pacto».
Martín Sharples, corredor en silla de ruedas, militante y jugador de rugby, también compartió su mirada: “Los mandatos que operan en los varones, dentro de éste tipo de deportes, son una reproducción de la sociedad. Por ejemplo, en el rugby en particular, la fuerza está cargada de mucho simbolismo: tener ´fuerza´ te hace superior, masculino, viril”.
Desde su experiencia Martín describe al deporte: “La complicidad machista juega adentro y afuera de la cancha. Se reproduce entre los propios jugadores y también afuera como sujetos sociales”. Y sobre el juicio de Fernando reflexiona: “Si no hay un cambio cultural seguiremos teniendo estos casos”.
Xoana también invita a pensar esta problemática estructural: «Que esté enquistado el hecho de que haya gente de menor categoría que otra, es lamentable. Escuchar, en el marco del juicio, la frase ‘negro de mierda’ es tremendo. Pero eso no es exclusivo de un club de rugby. Las capacitaciones, los espacios de masculinidades, las formaciones en género son necesarias en todos los espacios. La Ley Micaela y la Ley Brisa deben tener un horizonte en los clubes”.
Una vez más volvemos a gritar que el camino no es la violencia y para cambiar realmente nos debemos una transformación de fondo.
