Las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte no cesan y la feroz represión tampoco. Las comunidades campesinas del interior del país viajaron a la capital, en lo que se denominó “la toma de Lima”; donde repudiaron al Congreso controlado por la derecha y exigieron nuevas elecciones generales.
Según la Defensoría del Pueblo, hasta este lunes se contabilizan 55 personas muertas y 1492 heridos en las marchas en distintos puntos del país. Los organismos de Derechos Humanos denuncian que los efectivos policiales disparan a los manifestantes con balas de plomo. La mayoría de las personas asesinadas son jóvenes que repudian una crisis institucional de larga data.
El fin de semana, la policía ingresó por la fuerza a la Universidad Mayor de San Marcos donde se encontraban alojados manifestantes de las regiones de Perú por iniciativa de los estudiantes, y detuvo a 200 personas que luego fueron liberadas por la presión social.
Es necesario que los presidentes, líderes y lideresas de la región, que se encuentran reunidos en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se pronuncien en contra de la matanza que está sufriendo el pueblo de Perú. ¡Basta de derramar sangre de nuestras hermanas y hermanos!
