«Creo que las acciones coordinadas fueron un atentado a la democracia. Se trató de manifestantes que no representaban a ningún grupo organizado y la intención fue, simplemente, desestabilizar. Afortunadamente, el Supremo Tribunal Federal, las Fuerzas Nacionales y el presidente Lula se movilizaron a tiempo para impedir un daño mayor a nuestro patrimonio y al orden social».
Por Daniela Balbi, Diputada de Rio de Janeiro, favelada y activista del movimiento LGBTIA+
Aunque es muy pronto para decirlo, Jair Bolsonaro y su equipo de comunicación y de promoción del caos, coordinaron, o por lo menos impulsaron, lo que ocurrió el domingo. Hay que ver la semejanza con lo que ocurrió en Estados Unidos y el modus operandi de la extrema derecha en el mundo entero. Es necesario investigar los fundamentos de la confabulación de las Policías Militares de los Estados de #Brasil. Son ideológicamente muy alineadas al discurso fascista del expresidente.
Los manifestantes que tomaron la sede de los tres poderes en Brasil son sectores sociales que están representados por los rentistas, los grupos económicos ligados a los agronegocios, los depredadores del medioambiente. Además, simpatizan con aquellos que quieren un gobierno que no valora los marcos constitucionales y que prioriza el enriquecimiento de algunos.
Para enfrentar el fascismo en América Latina y los países periféricos, es necesario fortalecer a las y los líderes comprometidos con la distribución de la renta; avanzar en marcos legales y reglamentarios que garanticen que las y los trabajadores tengan calidad de vida y fortalecer a las dirigencias políticas y las bases de izquierda, así como un programa que signifique una ruptura o por lo menos un enfrentamiento al capitalismo.
Cada persona de la sociedad civil organizada debe entender que la vida va mejorar, entender que su situación es degradante por causa del sistema en el que vivimos, pero esto puede cambiar interviniendo de forma creativa las comunidades y territorios.