«Nayla tenía cuatro años. Me decía “mami” como todos mis nietos. No me voy a olvidar cuando pasaba por la puerta de mi casa y me gritaba para que la salude». Por Marcelina Santander, abuela de Nayla, niña asesinada en Bajo Flores.
Le gustaba ir al jardín y pedía ir a la escuela. Era muy buena, la querían todos, desde la maestra hasta la directora. Siempre va a estar en mi corazón.
Lamentablemente, en el barrio se escuchan tiros día tras día y nos tenemos que meter corriendo a la casa. Tratamos de no salir porque la única seguridad son las paredes. Es muy desesperante vivir así.
La Gendarmería muchas veces está en su puesto sin hacer nada para cuidarnos, dejando todo liberado. Necesitamos que hagan su trabajo como corresponde, atentos y cuidando a los vecinos y las vecinas. Le pido por favor al Estado que se preocupe más por cómo vivimos.
El consumo crece día a día y empeora por las necesidades que sufren las personas. A los chicos que están con problemas por esto, hay que contenerlos y ayudarlos. Las autoridades tienen que trabajar en esta área también. Vivimos y nos sentimos descuidados.
Necesitamos que pare esta locura.
