Como desde el inicio de las protestas, en la semana del 8M son las mujeres las que encabezan las manifestaciones contra el gobierno de Dina Boluarte en Perú. Aunque no aparezcan en los medios nacionales, son ellas las que cuidan a sus hijos, cocinan en las ollas populares y organizan las movilizaciones. Además se comen las bombas lacrimógenas con las que reprime la policía mientras cargan sus bebés en las espaldas y son objeto de racismo por funcionarios públicos.
Óscar Becerra, ministro de Educación, exhibió públicamente su racismo al comparar a las mujeres aymaras con animales y decir que los niños que cargaban en sus espaldas “seguro eran alquilados”. Las herederas de Micaela Bastidas y Juana Azurduy, seguirán luchando más allá de la discriminación y la estigmatización.
“Las Hermanas Aymara llegaron a Lima con sus hijas e hijos sobre las espaldas para manifestarse pacíficamente y la policía les lanzó bombas lacrimógenas, sin importarles nada”, expresó la socióloga, docente universitaria y militante de Nuevo Perú, Lucía Alvites.
“Estamos ante una dictadura cívico militar policial con Dina Boluarte como presidenta, donde se ejerce una violencia racista, clasista y machista que descarga su odio contra las mayorías indígenas y los pueblos de la sierra sur. Quienes confrontamos a este gobierno exigimos la salida de la dictadora Boluarte que es responsable de más de 60 asesinatos de compatriotas peruanas y peruanos, y que se llame a elecciones; además, el cierre del Congreso y una recomposición de la mesa directiva para que luego asuma un gobierno de transición que convoque a nuevas elecciones. Finalmente que haya un referéndum constituyente para que el pueblo pueda elegir una nueva constitución”.
Los crímenes cometidos durante la represión no están siendo juzgados aún. ¡Justicia para las víctimas! ¡Ni un muerto más!
