Hace tres años, las fuerzas represivas escribían en Argentina otro capítulo bochornoso. Con el aval del Estado por la excusa de hacer cumplir estrictamente la cuarentena, el 30 de abril de 2020, Facundo Astudillo Castro fue detenido. Luego desapareció y fue asesinado.
Cristina Castro, su madre, sigue sin saber cómo y quienes mataron a su hijo. Lo que sí sabe es que tanto responsables como culpables gozan de una vida en libertad, gracias al apañamiento del poder judicial. Lo único de lo que se tiene conocimiento es que Facu, de 22 años, salió de su casa de Pedro Luro y los uniformados lo detuvieron en el partido de Villarino. El 15 de agosto siguiente, 107 días después de su detención, el cuerpo de Facundo fue encontrado en un cangrejal de Bahía Blanca. Más allá de que en los últimos meses se sumaron varios testimonios, la causa todavía no tiene personas imputadas.
Son muchos los casos y las familias que padecen esta realidad y que se unen a un abrazo con Cristina.
Viviana Alegre hace 11 años que espera saber dónde está su hijo, Facundo Rivera Alegre, y continúa sin tener respuestas. Viene recurriendo a la @sdhargentina para exigir que reanuden su búsqueda y presentó un amparo colectivo en la Justicia de Córdoba para impedir que se construya un parque acuático en el lugar donde estaría el cuerpo de Facu.
También Vanesa Orieta, quien lleva 14 años esperando un juicio justo a los asesinos de su hermano Luciano Arruga, y al igual que la familia de Mauricio Castillo, recientemente torturado y asesinado en una comisaría. Ambos casos en Lomas del Mirador.
En plena etapa de promesas de campaña, nos preguntamos: ¿Qué proponen para terminar con tanta impunidad?