Carla Rivero es la primera directora trans en una escuela de Rosario, trabaja en el Espacio Educativo Secundario Travesti, Trans y Disidente de Rosario, y nos contó su historia.
Por Carla Valeria Rivero, primera directora trans en una escuela de Rosario (República del Paraguay, Nº 79)
Vengo de una familia muy humilde, mi mamá hizo hasta tercer grado y mi papá hasta séptimo. De chica quería ser sacerdote. Se hizo una reunión con la cúpula de la iglesia para llevarme al seminario antes de la edad que estaba estipulada. Gracias a mi madre, que dijo que no, empecé a preguntarme qué hacer.
No nací con vocación docente. Conocí la escuela pública y entré en un abrazo fraterno del cual no me separé nunca más. Me enamoraron los emergentes cotidianos, y me di cuenta que eso era para mí cuando empecé a recibir algo impagable: la gratitud en la diaria, pero también cuando pasan los años y te encontrás con ex-alumnos que te llenan de amor y palabras lindas.
Trabajo en el Espacio Educativo Secundario Travesti, Trans y Disidente de Rosario. La dirección de esta escuela era algo impensado. El 22 de marzo, mientras me preparaba para venir a trabajar, me llamó la Supervisora para decirme que tenía el cargo. Llegué y me estaban esperando con aplausos.
Para que el camino sea menos hostil y más personas trans puedan acceder a esta profesión, el pilar fundamental y transversal es la ESI. Esta ley tiene 15 años y es importante para que se aprenda a vivir en diversidad y tengamos un mundo un poquito más justo. En muchas escuelas se sigue dando el aparato reproductor masculino y femenino: eso no es ESI. Hay que ver todo lo relativo al afecto, el cuidado del cuerpo, la prevención.
Este logro es una forma de que el Estado repare tantos años de abandono, en los que muchas compañeras han quedado en el camino porque no tuvieron la posibilidad de nada. Yo tuve el privilegio de poder estudiar y transicionar dentro de una escuela. A les compañeres, sea cual sea su situación, les diría que siempre hay esperanza. Y esa esperanza se convierte en un cuerpo de lucha cuando una travesti habita y resiste en los espacios públicos e instituciones. Si no nos abren la puerta, la tenemos que golpear.