Arranca un nuevo día en el partido de La Matanza. Más de siete puntos de inflación en marzo, la cosa viene más complicada. Las cocineras comunitarias se preparan para otra jornada que no será remunerada.
Mónica Reyes es una de esas 70 mil cocineras comunitarias que deben cobrar un salario. Es responsable del Movimiento de Trabajadores Excluidos en La Matanza. Junto a otras 11 compañeras garantiza la alimentación para 60 familias en el comedor «Jesucristo del Pueblo».
“En barrio Los Pinos tenemos el comedor hace 8 años. Asistimos al pueblo, a las personas que vienen se les da lo que tenemos”, cuenta Mónica, quien agrega: “Trabajamos en toda La Matanza, Merlo y Morón. Tenemos 23 comedores».
La inflación nos ahorca en los barrios populares y, en ese contexto, Mónica señala que «se ve la necesidad, las familias son muy numerosas, hay niñas y niños, en este último tiempo se sumaron adultos mayores”.
Ella nos comenta que cuenta con un equipo de fierro. En el comedor se cocina los lunes, miércoles y viernes, con 3 compañeras por día. Además, su familia está abocada a la organización y a disposición para lo que se necesite. La ayuda del Estado no es suficiente por lo que gran parte de los gastos se hacen a pulmón.
“Me parece necesario que una trabajadora de un comedor pueda tener un sueldo, una obra social, un aporte jubilatorio. Que pueda ser reconocida como muchas otras mujeres que están en otros trabajos registrados”.
Para que Mónica y sus compañeras tengan los derechos laborales garantizados, vamos a seguir gritando hasta que la Ley de Reconocimiento Salarial para las Cocineras Comunitarias sea una realidad.