Un día como hoy, en 1982, se realizaba la recuperación de nuestras islas. Tahiana Marrone tenía 18 años cuando, en la mañana del 2 de abril, partió desde el aeropuerto de Comodoro Rivadavia junto a 300 compañeros hacia las islas. Mujer intersex, veterana de guerra y malvinizadora, nos cuenta su historia.
–¿Cómo fue combatir en la guerra de Malvinas?
–Pertenecía al Batallón de Ingenieros Nº 9 con sede en Sarmiento, Chubut. Hasta el 1 de mayo, que fue el bautismo de fuego, estaba todo tranquilo. Hacíamos recorridas y allanamientos. El 1 de Mayo fue el primer ataque con bombas que tuvimos de los ingleses. Estábamos en un pozo de zorro en la Bahía Fox, en la isla Gran Malvina. No había tiempo para tener miedo, porque nos bombardeaban todas las noches, en medio del frío, el hambre y la llovizna constante del invierno.
–¿Tenés alguna anécdota imborrable de ese tiempo?
–Una noche tiraron bombas cinco horas seguidas. Esa fue la más brava. No soportaba más, hasta quise irme del pozo pero creo que la virgen (soy muy creyente) me puso su mano en mi pecho, diciéndome quédate. Sin embargo, la imagen más impactante fue cuando entregamos las armas, bajamos nuestra bandera y pusieron la de ellos. Ese fue el día más triste para mí.
–¿Qué pasó después de la Guerra?
–Al regreso de las islas, comenzaron mis otras batallas, una la lucha contra el olvido y la desmalvinización que nos llevó 10 años, donde el Estado nos abandonó. Veía veteranos en subtes, trenes o colectivos vendiendo cosas para ganarse el mango, porque cuando buscaban trabajo y decían que eran veteranos, nunca más te llamaban. Por otro lado, descubrí que mis cromosomas eran distintos. Hasta ese momento, disimulaba algo que no era porque había crecido como varón. En 2016, comencé el proceso de redescubrir mi identidad.
–¿De qué manera debemos honrar la memoria de los 637 caídos en combate y los más de 350 que se quitaron la vida?
–El soldado no muere en el campo de batalla, muere cuando el pueblo lo olvida. Hoy, hijos y nietos de veteranos están dando esa lucha contra el olvido, a la que llamamos «malvinizar». En una guerra, no hay ganadores ni vencidos. Todos pierden. Y a las y los veteranos todavía nos faltan cerrar muchas heridas.