¿Quién no imaginó cómo era en otras épocas el lugar que habitamos? “La famosa Isla Maciel” dice el paredón de la Ribera de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, que mira de frente a La Boca. El barrio todavía conserva el empedrado, los conventillos en pie y una memoria atesorada en el Museo Comunitario que desde 2014 trabaja por la cultura e historia local, el turismo social y el muralismo.
¿Cómo surgió el proyecto? Carla Fodor, ex directora de la escuela 24, la única secundaria que hay en el barrio, cuenta: “A una alumna se le ocurrió pensar que tenemos un patrimonio cultural muy similar al de La Boca y que podíamos ofrecer a la gente que venga a conocernos para romper los estigmas. Y decidimos armar un Museo que sirva para seguir construyendo un entramado socio comunitario. ‘Pintó la Isla’, el recorrido de murales, también empezó ahí”.
Así, estudiantes y docentes armaron todo en un salón del colegio hasta que el espacio fue quedando chico y lograron mudarse a donde hoy se encuentra el Museo.
“Tenemos desde puertas y ventanas de un bar antiguo, hasta mates, sombreros, fotos, adoquines y partes de barcos”, cuenta Romina Cabañas Vargas, quien se sumó al proyecto en 2015. “En ese momento estaba pasando por una situación de depresión porque había fallecido mi abuela y decidí ir a compartir con ellos y colaborar. Me ayudaron a salir de la angustia”.
En la actualidad el museo realiza muestras mensuales y turistas nacionales e internacionales recorren la Isla escuchando a vecinas y vecinos que hacen de guías de su propio barrio. Los fines de semana usan la sala de exposiciones para recrear un cine para los más chicos.
“Este espacio es importante para mantener viva la memoria y saber cómo era el barrio antes. Es lindo imaginarse lo que era el lugar en otras épocas. Ahora se acercan ex vecinos que conocen lo que hacemos y nos traen los objetos que conservan con sus historias. A quienes no conocen yo los invito a que vean cómo es la Isla Maciel”, concluye Romina con las manos llenas de memoria.