Las que más sufren los aumentos. Los que hacen malabares para comprar los alimentos. Las que aprendieron a laburar, mirando a su mamá, a los 9 años en la casa. Los que se empaparon de cultura del trabajo desde chicos, viendo a sus papás hombrear ladrillos.
Las que encuentran una razón para levantarse y tomar dos, tres, cuatro colectivos. Los que miran a sus hijos antes de irse, recordando los motivos. Las que no tienen la suerte de recibir una paga del 1 al 10. Los que agarran tres laburos para llegar a fin de mes. Por todas las conquistas que supimos conseguir, por todos los derechos laborales que nos faltan a los de abajo.
¡Dignidad, pan y trabajo!