¿Cuántas veces escuchamos o leímos “salí de ahí, amiga”? Y aunque entendemos la buena intención de la frase, la pregunta es ¿a dónde podríamos ir? Las situaciones de violencia de género tienen una raíz fundamental en la dependencia económica que no permite salir del círculo de la opresión.
“Estuve 20 años con una pareja violenta hasta que me hice de valor y me fui con mis hijos, sin nada, con la ropa puesta. Ser madre soltera es complicadísimo. Conseguí changas y así me fui levantando. Es difícil dar el primer paso, cada persona tiene su proceso, además hay barrios donde no tenés dispositivos a los que puedas acudir para pedir ayuda”, cuenta Mirtha Garcete del Barrio Fátima.
María tiene 35 años, vive en Santiago del Estero con sus cuatro hijos y con su pareja, quien la violenta hace 17 años y explica: “No tengo a donde ir a vivir con mis hijos. No tengo un ingreso económico para poder sobrevivir. Me siento muy deprimida, ya no me quedan fuerzas para seguir aguantando tanta humillación. Una vez denuncié y me dijeron que tenía que retirarme de la casa. Decidí no hacerlo más y aguantar, hasta cuando no sé”.
“Vivo en Villa Lugano, tengo cinco chicos que crío sola. Desde hace cinco años que vengo buscando alquiler y no consigo. Cuando aparece algo, me preguntan cuántos chicos tengo y después me dicen que no, que solo toman parejas o personas solas. No cuento con la Asistencia Habitacional y cada vez se hace más difícil pagar un alquiler. Llegamos a vivir en paradores por situación de calle. Se que a muchas mujeres solas se les complica igual que a mi conseguir un lugar donde vivir”, Daniela García de la Villa 20.
La desigualdad de género acentúa y hace que perdure la violencia sobre mujeres y disidencias sexuales. Es imposible salir del círculo de violencia sin independencia económica.