Hoy nos levantamos temprano, como todos los días. Esta vez no solamente para descongelar los pollos con intención de invitarles un buen guiso, nos arremangamos todas porque tenemos una cita en el Congreso de la Nación. ¿Quién diría, no? Mientras picábamos cebollas para miles de raciones en cada barrio de cada provincia de Argentina, íbamos amasando también una consigna feminista y popular.
Muchos nos dijeron «planeras y vagas», otros tantos que somos voluntarias porque nos nace del corazón… Nosotras respondemos: somos seres humanos que alimentamos a diez millones de personas de Norte a Sur y de Este a Oeste, con leña, a gas o quemando cualquier cosa que nos permita revolver más de 35 mil ollas todos los días. Y sí, eso tiene corazón: más de 135 mil corazones, que palpitan con mucha fuerza, tanta que a veces nos sorprendemos nosotras mismas. Si tanto les importa nuestros corazones, ¿por qué no podemos tener un trabajo digno, como cualquier trabajador? ¡Allá vamos hoy! Por un salario mínimo vital y móvil, vacaciones pagas, ART, licencias de enfermedad, estudios, maternidad y paternidad.
Mientras las dietas de los tres poderes engordan, la pauta del cuarto se queda con el resto. Que el dólar blue, el dólar soja, el dólar turista, el dólar Coldplay, el dólar Qatar para el empresariado carroñero. ¿Para cuándo un dólar villero? ¿Tan grande es la amnesia? ¿Se olvidaron que en pandemia éramos trabajadoras esenciales para sostener el hambre? Nosotras no, no queremos acostumbrarnos más al voluntariado asistencial.
A las 11 de la mañana, en un ratito, como cada minuto de nuestras vidas… vamos a estar cocinando para compartirte un poco de nuestra lucha. Nuestro feminismo villero no puede esperar el ritmo de la burocracia, o ese tiempo electoral que hace hambrear y llorar con tantas capas de cebolla.
Gritemos todas, es hoy, es ahora, ¡hasta la revolución de las ollas!
