Si encaramos una tapa doble por primera vez, el grito debía ser de frente y de revés. Por eso apelamos a un impacto doble, que se plante ante los paladines del discurso noble. Dos voces, S0le Barruti y Dario Sztajnszrajber, para llamar a una rebelión de las mentes: Junio, ¡pinta desobediente!
El periodismo y la filosofía se encuentran para solidarizarse con nuestras villas, lo popular y, especialmente, con las cocineras comunitarias que tantos años nos han alimentado.
“A ustedes el sistema les da migajas porque todo fue pensado para la ganancia, los rellenos sanitarios están repletos de comida que sobra. Hay que romper ahí, para que la comida sea lo que deba ser: sana, limpia y justa para el pueblo”, dice Soledad.
“Las cocineras comunitarias de las villas son garantes de un derecho del que no solemos hablar. Me parece urgente poner en el escenario el derecho a la alimentación adecuada, en medio de todo este momento político espantoso. La alimentación adecuada no es solo el derecho a comer, va más allá. Se habla de comidas suficientes, aptas y sabrosas donde los comensales sean coparticipantes en todos los hábitos de comer”.
“Lo popular aparece como antagónico porque el pensamiento hegemónico propone ser de élite, erudito y aristocrático. Por eso el saber popular se construye resistiendo a eso, con mucha más espontaneidad, que no te dan las lecturas. Esto no significa que no hay que leer, al contrario: hay que poder salirse de las lecturas dirigidas”, cuenta Darío Z.
