Este 20 de julio, en la pluma de Tamara Noga, vecina de la Villa 21-24, CABA, celebramos el día del amigo y la amiga con esta poesía de barro.
Unos juguetes rotos que sabíamos apreciar.
Una pelota para empezar a patear.
El elástico que nos daba la abuela y así podíamos saltar.
El chancho va y la escoba del quince, con las cartas de acá para allá.
Así empezamos a forjar nuestra amistad,
nunca faltaba alguna macana de la cual teníamos que escapar.
Es que detrás de un muro o de la casa de la esquina había que llegar,
nos escondíamos, entre risas o corriendo hasta no poder respirar.
Esperábamos a la quinceañera con yerba usada, huevos podridos y alguna harina.
¡Sí! En el medio del pasillo porque el barrio estaba de fiesta una vez más,
que los dieciocho, los veintiuno y quién sabe cuántos años más.
Hasta ahora ninguna pelea nos logró separar.
Espero que sigamos nuestros caminos y sueños,
pero que cada tanto nos juntemos para compartir
un mate, una torta frita, un chipá o lo que tengamos a mano,
un chisme, un secreto, las lágrimas, alegrías o el silencio.
Acá estoy para vos y vos para mí, que nuestra amistad no tenga fin.