El pasado 3 de julio se dió un nuevo travesticidio, esta vez fue en el municipio de Almirante Brown, provincia de Buenos Aires. Liliana Varoni, “La Chaqueña”, estaba ejerciendo la prostitución y fue asesinada, apedreada y tirada a un pozo al costado de la ruta 4. Hoy, la policía detuvo al hombre acusado por el asesinato.
Florencia Guimaraes, militante política travesti, presidenta de La Casa de Lohana y Diana e integrante de la organización Furia Trava, afirma: “Es un mensaje disciplinatorio. Nuestras vidas no valen nada, nadie va a pagar las consecuencias. ¿Cuántas compañeras más deberemos ofrendar al sistema travesticida? ¿Cuál será la próxima de mis amigas que tendré que buscar en la morgue? Llevamos un cementerio en la cabeza”.
Hay un silencio ensordecedor en torno a la precariedad de las vidas de las personas trans pero también con sus muertes. “Estamos invisibilizadas porque el Estado no hace estadísticas sobre travesticidios. Los medios replican discursos de odio a nuestras identidades y la justicia nos sigue estigmatizando y patologizando”.
Muchas leyes quedan en discursos, mientras que la realidad en los barrios muestra otra cosa: “La ley de cupo laboral Diana Sacayán no se implementa. Muchas tienen que prostituirse para sobrevivir y es un circuito donde quedamos atrapadas. No se puede proyectar con hambre. Hay deficiencia en el acceso a derechos como alimentación y trabajo”.
“Nuestra probabilidad de vida, porque no es una expectativa real, es entre 35 y 41 años según el Registro Nacional de las Personas. Estamos hablando de una probabilidad que se daba en el Medioevo. No se puede vivir con miedo de no saber si te lleva la yuta o si te mata el tipo del auto que subiste. Tenemos que dejar de ser una sociedad hipócrita que nos quiere presas pero consume nuestros cuerpos”.
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