En Villa Lugano hay una herida abierta desde el 2009 que todavía duele. Este era el barrio de Jonathan «Kiki» Lezcano y Ezequiel Blanco, dos pibes de 17 y 25 años que fueron secuestrados y desaparecidos el 8 de julio de 2009. Dos meses después encontraron sus cuerpos. El autor del asesinato es el oficial de policía Daniel Santiago Veyga, que fue sobreseído y continúa trabajando en la Policía Federal.
«Imaginate, el asesino de tu hijo está suelto y puede abrazar a sus hijos, que tienen la edad de Kiki. Seguimos esperando porque la justicia es lenta. Desde que la causa pasó a la Comisión de Derechos Humanos, la única novedad es que no fue rechazada”, cuenta Angélica Urquiza, mamá de Kiki.
Ella lleva adelante el espacio comunitario “La Casita de Kiki” y este año, como los anteriores, organiza el homenaje a su hijo y a Ezequiel Blanco: “En 2010 construimos la casita para dar apoyo escolar a niñeces y organizarnos en la lucha por justicia para los pibes. En 2017 abrimos el comedor ´El Enano´ para garantizar la cena de muchas familias del barrio”.
«Era un hijo excelente, un loco que se reía por todo. Su sueño era jugar en primera, comprar una casa y viajar. Amaba el fútbol, era fanático de Boca y jugaba de 9. Un pibito con un espíritu lindo que hubiera sido un buen padre”, relata Angélica.
El gatillo fácil y la violencia institucional no son prioridad hoy en la agenda política. «Nosotros hacemos política estando en un comedor y nos ocupamos de lo que ellos no hacen. ¿Cuántos pibes mataron y no se hicieron cargo?».
«Hay que pararse con amor y en el dolor, las dos cosas van juntas, porque somos las madres de los pibes que matan por gatillo fácil, víctimas de trata, femicidios, de adicciones y de tantas cosas que se sufren en los barrios».