Por Araceli Rojas, mamá de Jéssica, niña trans.
Jéssica es una niña trava, sudaca, originaria y marrona. Es nuestra “supertravita” en las marchas. Tiene 10 años y cursa quinto grado en la escuela N°63 de Castelar, donde la recibieron después de tantos años de luchar para que se cumpla la Ley de Identidad de Género. Es una niña hermosa a la cual le encanta la música, el baile, y lucha por los derechos de las niñeces y adolescencias travesti-trans.
Tanto yo, como Jéssica, creemos que las niñeces deben ser escuchadas y hablar de disforia de género no es más que un discurso de odio. Ella está orgullosa de ser quien es y yo estoy orgullosa de acompañarla en su decisión. Las niñeces travestis, trans y no binaries existen y resisten todos los días.
La lucha travesti-trans es difícil, no voy a romantizarla. Pero si sos mamá de una infancia disidente, escuchala, abrazala y acompañala de la mano. Hay que corrernos de ese adultocentrismo en el que nos criaron y aceptar que es una elección de vida y no una enfermedad.