Nahuel Olmos, José Ignacio Sallego y Nahuel Lagos, fueron víctimas de la misma violencia institucional: la Bonaerense.
El 29/8 murió Nahuel Olmos, un joven de 27 años, quien fue detenido y golpeado el 19 de junio por personal de la subcomisaría Casino, en #MarDelPlata.
La policía le informó a su papá, Alejandro Olmos, que su hijo había sido detenido por una pelea. Sin embargo, luego le señalaron que lo habían trasladado al hospital por una “descompensación” que le habían generado un paro cardiorespiratorio. Además, le dijeron que en la comisaría se había intentado ahorcar. La perito responsable de hacer la autopsia puso en el certificado de defunción que había muerto por un paro cardiorespiratorio a causa de una asfixia por ahorcamiento autoinfligido.
“En el hospital estaba entubado, hinchado, con la boca rota y todo golpeado. Una doctora le sacó el cuello ortopédico y me dijo que lo que se veía era que si Nahuel se hubiera querido ahorcar, tendría que tener una marca en forma de lazo en el cuello, y no la tenía”.
“Hasta que no vea presos a todos los policías que mataron a mi hijo no voy a parar. No logré que la Fiscalía 5 me dijeran cuántos efectivos estuvieron esa noche, ni los que lo detuvieran. Hay un encubrimiento oficial”, sentencia Alejandro.
José Ignacio Sallago, atleta de 33 años y oriundo de Bahía Blanca, también fue víctima de la brutalidad policial. Falleció el domingo 20/8 a la madrugada luego de que un patrullero embistiera su moto.
“El policía que cruzó su moto con la patrulla es el culpable. Fue separado de su cargo, pero todavía no está detenido. José Ignacio no evadió ningún control policial, como han querido hacer creer, tampoco era ningún delincuente. Él era muy alegre y le dedicaba su vida al atletismo”, dice María del Carmen Sallago, hermana de José.
Por último, Nahuel Lagos, actualmente lucha por su vida en el Hospital Interzonal Oscar Allende tras ser golpeado brutalmente por la policía bonaerense, en Batán. Padece una lesión grave en la médula a la altura del cuello.