Por Carlos Muñoz, sobreviviente de la ESMA
Fui secuestrado junto con mi compañera de esos tiempos, Ana María Malharro, la madrugada del 21 de noviembre de 1978, en el departamento en el que vivíamos en la calle 24 de Noviembre y Alsina, en CABA. Junto con nosotros se encontraba nuestro hijo Carlos José Muñoz (“Chengo”) de tres meses y medio de edad que en el mismo operativo fue entregado al Mayor del Ejército Argentino, César Smirnoff, vecino del edificio.
El operativo fue encabezado por el entonces Teniente de Fragata, Alfredo Astiz. Otros miembros de la patota que asaltó el departamento fueron el Teniente de Fragata, Rodolfo Cionchi, alias Tomás, el oficial de la Policía Federal, Claudio Pitanna, alias “Fafá”, y el oficial de la Policía Federal, Mario Sandoval, alias “Churrasco”. Yo militaba en Montoneros en ese momento. Fui puesto en libertad vigilada 16 meses después, el 15 de Febrero de 1980.
Actualmente trabajo en el Ente Público Espacio Memoria, Promoción y Defensa de los derechos humanos, ex ESMA desde su creación en 2010, y me desempeño en el área de Prensa. Trabajar en la ESMA recuperada para la Memoria, es para mi un enorme orgullo, representa el desafío de resignificar un espacio emblemático que fue sinónimo de Terrorismo de Estado, y hoy está lleno de vida, inclusión y memoria.
Es también la manera que encontré para exorcizar los fantasmas de la terrible experiencia de haber estado secuestrado en ese lugar, y la posibilidad de cumplir el mandato de mis compañeras y compañeros detenidos desaparecidos, de no olvidarlos y de transmitir a las nuevas generaciones su entrega y heroísmo.
Me parece que el reconocimiento que la UNESCO hace del Museo Sitio de Memoria ESMA, es el resultado de la lucha de Madres, Abuelas, Sobrevivientes, Organismos de DDHH y militantes de la sociedad civil, para que los crímenes cometidos por la Dictadura Cívico Militar no queden impunes y sus ejecutores sean juzgados y condenados.