Hay un antes y un después. Daiana, Facundo, Mauro y la familia Fernández Saravia son víctimas de violencia institucional en Argentina.
Además de ser un problema estructural, el accionar abusivo de las fuerzas de seguridad es racista y discriminatorio. Daiana, Facundo, Mauro, los Fernández Saravia y los cientos de víctimas de estos abusos pertenecen a comunidades indígenas, a barrios populares o a colectivos marginalizados.
Facundo Astudillo Castro salió de su casa el 30 de abril de 2020. Trataba de llegar desde Pedro Luro hasta Bahía Blanca. Nunca lo logró. En el camino se cruzó con la policía bonaerense. Su cuerpo fue encontrado 107 días más tarde. Hasta hoy no hay imputados por su muerte.
Mauro Coronel, era de Santiago del Estero: “A mi hijo lo mató la policía”, asegura Laura, su mamá. Mauro era un joven que sufrió torturas en una comisaría, y, cuatro días después murió. Facundo, su hermano, aseguró que el aspecto y el barrio sellaron también el destino de él: “Algunas veces piensan que porque uno ande vestido deportivamente es un chorro”.
En Chaco, la policía ingresó por la fuerza en horas de la madrugada, golpeando a una familia qom, incluyendo niños, con insultos como “indios infectados”, o “indios de mierda”, en referencia a su pertenencia al pueblo Indígena.
Daiana Abregú, fue asesinada en una comisaría hace poco más de un año, en Buenos Aires: “De mi hija decían ‘esta negra qué se cree’”, recordó María Laura, su mamá.
Es urgente que se investiguen las responsabilidades de estas muertes y que haya un freno inmediato a la violencia institucional.