*Por Pedro Vayás, padre de la Villa Rodrigo Bueno e integrante del equipo de Curas Villeros.
«Cuando cursaba el seminario hace 30 años, había un recuerdo permanente por la memoria y el legado del Padre Carlos Mugica y la determinación que tuvo para compartir su vida con los pobres, lo cual resultaba algo nuevo en la época. La Iglesia siempre estuvo cerca, pero él fue más allá y eligió vivir de una manera sencilla y unirse a sus luchas por una vida más digna.
Las circunstancias de su muerte siempre fueron inciertas. Incluso se sospechó de sus compañeros, hasta que se comprobó judicialmente que lo asesinaron las fuerzas paramilitares (Triple A) de José López Rega, por su militancia en los barrios populares.
Carlos fue víctima de la violencia de los sectores oficiales del poder. Transformó su vida en un testimonio que iluminó y cuantificó su historia. Se convirtió en un modelo de fidelidad al pueblo, una figura que sigue iluminando dentro y fuera de la Iglesia por sus convicciones.
Hoy la violencia forma parte de la falta de representación. Parece que el que grita más fuerte tiene más aceptación. Esa aceptación de hoy, es la condena de mañana.
Siempre es importante que haya personas con convicciones y capacidad de conducción, porque hay una crisis de representatividad. Carlos lo tenía muy claro. Asumió la representación por los que no tienen voz. No sólo tenía un buen discurso, sino una gran autoridad. La causa de los pobres fue la causa de su vida.
Este sábado, Mugica cumpliría 93 años y para recordarlo habrá dos actividades: el sábado en la Capilla Cristo Obrero de la Villa 31, donde está su cuerpo, se realizará una misa y un festival. El domingo habrá un homenaje en el Cabildo donde participarán: Teresa Parodi, Peteco Carabajal y Marilina Ross».
