*Por María Mancuello, vecina de barrio Altos del Valle (Villa Carlos Paz, Córdoba).
El lunes y el martes cuando fueron los incendios, los más jóvenes con ayuda de otros barrios, intentamos apagar las llamas pero eran gigantes. Tratamos de hacer lo que pudimos, incluso exponiendo la vida. No teníamos más que buena voluntad, agua de mangueras y las camionetas que llegaban con baldes.
El patio de mi casa es el inicio de la montaña y todo alrededor es monte. Es muy extenso y pertenece a la categoría roja de alta protección. Eso no es menor. Ahí el desastre se pudo controlar con la colaboración de los vecinos, las brigadas y los bomberos. Fueron noches sin dormir, cierro los ojos y lo único que veo son llamas.
Es estratégico sofocar el fuego acá porque comienza el camino a Cabalango, Icho Cruz, Talahuasi y Cuesta Blanca. Es un tramo extenso de monte, árboles y pastizales que a esta altura del año están secos.
Todos los años tengo esta impotencia, porque parece que no hubiera voluntad de disminuir las pérdidas. Se pierden miles y miles de hectáreas, monte y animales que terminan quemados.
Entre vecinos redoblamos la apuesta para concientizar a la gente que no se puede seguir construyendo con monocultivo y siembras sojeras. Donde hay fuego, el monte nativo se tiene que regenerar y para eso es necesaria la conciencia ambiental y social.
Es importante que el Estado actúe para que este desastre termine. Pasan los años, las distintas gestiones y no hay políticas públicas suficientes. Esto no es discurso, es un hecho.
Fotos: Medionegro
