21 octubre, 2023
, Dossier

Retroceder: Nunca Más. Callarnos Jamás

En nuestros pasillos somos malísimos repitiendo lo que otros dijeron, pero somos muy buenos apagando el humo que nos vendieron. Ahora que está de moda pensar que quiere decir el voto joven y pobre, pensamos que el primer paso es acercar las orejas. Porque no tenemos grandes teorías acumuladas, ni la diplomacia de la burocracia con aire acondicionado.

Somos hijos e hijas de las manos cortadas con el alambre, con la cal, con la astilla. Somos sobrevivientes de las economías más apretadas. Lo hemos visto, en nuestros padres y madres, que se rompen la espalda por la democracia: en costura, en limpieza, en albañilería, en ferias o cartoneando. Pero además de eso, ellos y ellas, levantaron nuestros barrios para darnos un hogar acá, donde tantas veces falló el Estado, como tantas veces nos ha salvado.

Algunos pudimos tener un oficio, terminar la secundaria y hasta recibirnos en la universidad mientras que la mayoría de nuestros viejos con suerte pudieron completar la primaria. Ahora, ¿conformes? Ni ahí. ¿Bronca? Mucha. Pero no nos busquen para dinamitar todo, porque como construimos nuestras casas y barrio, estamos para levantar un mejor Estado, es posible, pero dennos bola. Porque a la democracia se le exige, y se la defiende, con 133 gritos de identidad, por cada nieto, por las Abuelas, por las Madres y los 30 mil del Nunca Más.

La salida no es hacia la privatización de la vida, diciendo «afuera» gratuitamente, es con las aulas llenas y con salarios dignos para cada docente. No es con el negacionismo de la violencia ambiental, por acá somos víctimas directas de las fumigaciones, de los ríos podridos o del basural. Somos lo contrario del marketing del sálvese quien pueda: lanzamos la Ley de Cocineras Comunitarias que el monopolio nunca quiso. Ante el individualismo: un plato de guiso.

Queremos que dejen de interpretarnos, no hacen falta consultorías, ni focus group, es más fácil. Acá se respira lucha, se resiste organizadas por el pan. Más que nunca la democracia construida es la melodía que nos une en una misma canción. ¿Quién dice que todo está perdido? Nosotras, nosotros, venimos a ofrecer el corazón.