8 diciembre, 2023
, Violencia Policial

MARCHA DE LA GORRA, UNA LUCHA CRÓNICA

Hoy estamos nuevamente en las calles. Porque la ocupación del espacio público como lugar de denuncia nos pertenece, es un derecho. Porque siempre está ese patrullero que acecha. Persigue, caza, oprime, asesina y desaparece a pibes y pibas con la impunidad bien lubricada entre las Fuerzas de Seguridad como aparato estatal, los medios y el Poder Judicial.

 

Reconvertidos en una nueva edición de la Marcha de la Gorra, denunciamos a quienes se ponen la gorra y avalan la mano dura reivindicando discursos que apoyan las prácticas de la dictadura. Ni Milei, ni Villarruel, ni Bullrich son la cura ante los problemas de inseguridad, sino más bien son parte responsable de su sistematicidad. Son quienes pasean de la mano exhibiendo la doctrina Chocobar en plena campaña electoral mientras coquetean, una vez más, con la “baja de la edad de imputabilidad”.

En las tierras cordobesas este año, se anunció que para la próxima gestión el deseo de una “Policía de Seguridad Municipal”, como si no hubiese demasiados patrulleros y oficiales en la ciudad, o como si una nueva facción de la institución pudiese depurar las prácticas de represión. ¿Y las armas no letales? Es una de las políticas centrales que el gobierno provincial instaló, afirmando que son mejores que las teaser, usándolas como “recurso defensivo” disparando balas macizas o de gas pimienta. Así como quien no quiere la cosa, en Córdoba ya hay 200 armas largas y 800 armas cortas, parte de la maquinaria monstruosa de represión.

Ante este escenario, recordamos que si que son 30 mil y que como aprendimos de las Abuelas que iniciaron las rondas en Plaza de Mayo hoy aprendemos de las madres que se organizan en estos tiempos luchando y combatiendo las fuerzas represivas. Esas mismas que le quitan la vida a tantos jóvenes en el país y la que desde el dolor ombligo a tantos otros a organizarnos.

Las respuestas nunca tienen que ser balas de goma, ni la visera un motivo de estigma, acá seguiremos luchando, porque nadie se resigna.