Por Erika Lederer, abogada, mediadora prejudicial e hija del genocida Ricardo Lederer.
Cofundadora de Historias Desobedientes, Familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Ellos esperaron más de 40 años este momento que está sucediendo hoy. Las Villarruel, las Pando, los Anibal Guevara y todo ese conglomerado que está buscando impunidad a como de lugar. Buscan no solo la libertad sino cambiar la narrativa, o sea, cambiar los términos en que nosotros contamos la historia. Buscan legitimar a las fuerzas de seguridad genocida y también legitimar a las fuerzas de seguridad actuales, que son quienes actualmente nos reprimen impunemente.
Osea, se pretende la impunidad para genocidas al mismo tiempo que se les da carta libre a los gatillos facilisimos. Este plan de hambre y miseria de Milei, los gobernadores y el FMI, no pasa sin una feroz represión.
No podemos permitir más que se siga tergiversando nuestra historia, que ya es cosa juzgada: Fue y es genocidio, porque los milicos renuevan todos los días el pacto de silencio, y no nos dicen dónde están los cuerpos de nuestros compañeros, ni tampoco dónde están los bebés que fueron apropiados. Además, no sólo no se arrepintieron ni hablaron nunca, sino que lo volvieron a hacer: desapareció por segunda vez Jorge Julio López.
El mentor de Villarruel es Alberto “el gato” González. Él escribió los libros que Victoria firmaba. Ella lo iba a ver a la cárcel. Y es un sujeto que no sólo está condenado por genocidio, sino por violador. Y esto hay que resaltarlo, los tipos violaban, asesinaban, torturaban y robaban bebés y también bienes. Por eso una de las consignas, como hija de genocida que levanto, es la restitución no sólo de los niños apropiadoos, sino también la restitución de los bienes apropiados.
Fue un plan sistemático de exterminio. Hubo un Plan Cóndor.
Picanear a una persona desnuda, con un bebé en brazos, con todo el aparato represivo estatal en tu poder, no es simetría, eso habla de que sos una rata inmunda, que operaba con todo el poder represivo de un estado y, por tal tiene que ser condenada y juzgada. Y encima tienen la suerte de haber tenido un juicio previo larguísimo.
Todavía nos falta condenar a un montón de milicos, y los que fueron condenados, estuvieron en libertad durante todo el proceso judicial, que son larguísimos, y ahora, cuando llega la condena, los tipos van a cárceles VIP o gozan – en su mayorìa- de prisión domiciliaria. Mientras que, yo veo, ya que trabajo con detenidos, cuando recorro cárceles federales, que la mayoría están en prisión sin una condena, en la cárcel, en pabellones comunes, no salen ni aunque tengan una enfermedad grave y es dificilísimo que les den una domiciliaria.
Espero que se haga una gran movilización por los derechos humanos, como fuera el intento del 2×1, y que en las calles estemos todos para decir nunca más.
Ningún genocida suelto.
Cárcel común, perpetua y efectiva.
Ningún preso político más por luchar. Libertad a Roberto de la Cruz Gomez, detenido cuando se trató la ley bases.
¡Venceremos!