23 marzo, 2009
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Construyendo futuro

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El calor del marzo cordobés apabulla a muchos. Una siesta y una calma interminables parecen mecerse sobre la tierra. Pero sólo es apariencia. Debajo del sol, el ajetreo continúa, la vida sigue y despiertos los barrios buscamos en cada esquina la posibilidad de transformarnos genuinamente. No por medio del fruto de dádivas efímeras con sabor a egoísmo, ni por el oportunismo figurativista. Se trata del sudor vecinal arraigado en el convencimiento del poder de cambio que tiene nuestra comunidad en su base. Y entonces se grita cambio en Bajo Yapeyú, de adentro hacia afuera, del único modo que se puede gritar. Un pequeño cambio pero con mucha fuerza: limpiar un predio del barrio, atiborrado de yuyos altísimos, de malezas espinosas, piedras, bichos y vidrios, para cumplir con el sueño de crear un espacio comunitario con  una canchita de fútbol y un centro de recreación.

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El Campito de Todos fue de todos. Los chicos y chicas de Bajo Yapeyú resolvieron participar activamente de la construcción y se volvieron los grandes protagonistas de la jornada de trabajo. Ansiosos y provistos de una voluntad de ensueños, nacida del compromiso con su barrio, se arremangaron las remeras y le pusieron los hombros a la tarde. Algunos eran duchos con el machete y otros preferían las palas para cavarse un hueco en el equipo, entre los arrancadores manuales de yuyos, los acarreadores de escombros, los apisonadores de tierra,  los recolectores de malezas y los aguateros solidarios del refresco indispensable. Pero también los vecinos mayores fuimos parte de la jornada, puesto que los padres equiparon de herramientas a sus hijos, mientras que otros vecinos ofrecieron las picotas, palas y machetes para el trabajo en conjunto. Ante las vecinas que acercaban jugo revitalizante para los esforzados trabajadores, la maleza fue cediendo a la voluntad de los picos y tijeras, que paulatinamente moldeaban el paisaje. Todos abríamos los ojos bien grandes y nos reconfortábamos con la tarea. Queda mucho por hacer, sí, pero fue el principio de algo grande. La historia continuará. Habrá que decidir la ubicación de la cancha, poner los arcos, pintar las líneas… Nos espera una ardua tarea. Bienvenidas sean para entonces todas las manos, todas las ideas, todas las ganas y todo el compromiso comunitario.

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