Voces silenciadas, voces descartadas, voces pacíficas, voces científicas, voces desconocidas, voces que salvan vidas, voces cansadas, voces experimentadas, voces que están de luto, voces que dan su fruto, voces que gritan contra la tormenta… Voces que no quieren exiliarse como en los noventa:
–»El número de ingresantes se redujo enormemente; en mi área sólo el 6% lo logró. Es decir, de los 90 postulantes entraron 4. ¡Nos estrangularon el presupuesto!», Walter Koppmann, becario doctoral en Historia.
–»En lo colectivo, no hay mantenimiento en los institutos. De hecho, hay lugares a donde debemos llevar un foquito, papel higiénico o cortar el pasto. Y en lo personal, me deben dinero hace 4 años», Diego Flichman, bioquímico.
–»No nos alcanzaba en 2013, imagínense ahora si desde 2015 no dejan de recortar sueldos. Los subsidios no son actualizados porque el Estado ve a la ciencia como un gasto», Alejandro Shindler, investigador en neurociencias.
–»Prometieron que el financiamiento sería el 1,5% del PBI y no llega ni al 0,4%. Esto es la parálisis de la investigación nacional», Ana Olmos, doctora en Antropología.
–»Están recortando las posibilidades de sacar adelante a nuestro país. No podemos asistir a congresos y desaparecen recursos computacionales. ¡Necesitamos trabajar!», Maite Cancelada, licenciada en Ciencias de la Atmósfera.
–»Los y las becarias somos el eslabón más precarizado del sistema científico. El sueldo ronda los $20000 mil sin ninguna cobertura. Eso, sumado a que de 2000 mil candidatos sólo ingresa un 15%, hace que la situación sea inaguantable», Mariana Freas, becaria doctoral en Sociología.
–»Este vaciamiento lo comanda el FMI y lo aplican lacayos como Lino Barañao. Sufrimos 2000 despidos y ni hablar la tercerización que existe», Natalia Ferresini, becaria doctoral en codependencia entre el Hospital del Niño y el CONICET.
–»Año tras año disminuyeron en términos nominales e inflacionarios lo poco que destinaban a las investigaciones. Eso es precarización laboral, deterioro científico e imposibilidades para experimentar en nuestro país», Alberto Kornblihtt, biólogo molecular.
–»CONICET camina al deterioro total. No podemos comprar lo básico, es una vergüenza. Si no hacemos los estudios nosotros, no los hace nadie. Esto es primordial y no nos escuchan», María Elizalde, bióloga.
–»Es gravísimo perder recursos humanos de altísima calidad que ya están yéndose del país. Dentro de diez años se verán los efectos», Claudia Lanari, investigadora médica.