12 abril, 2019
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Arrancó la moto en Camino Muerto

 

 

 

 

* Por Anahí Zelada, 26 años, Barrio Camino Muerto. Granadero Baigorria.

 

 

Nací en Baigorria y me crié en el Barrio Nuestra Señora de La Paz, a dos cuadras de donde estoy actualmente. Vivía en la casa de mi vieja donde éramos 8 hermanos, nuestra casa era chica y estábamos muy apretados.

 

 

Un día en un descampado a pocas cuadras de la casa de mi mamá familias jóvenes empezaron a ocupar un terreno descampado y mi marido propuso ir para buscar un lugar donde formar nuestro propio hogar: hacia ahí fuimos, plantamos unos palitos con una media sombra y así arrancamos.

 

 

Este barrio que comenzó a nacer hace 2 años se llama Camino Muerto pero no por elección de sus habitantes, simplemente porque esto era un camino en un descampado lleno de yuyos, rodeado por el cementerio y por la Calamita, el ex Centro Clandestino de Detención, lugar que al día de hoy aún no fue expropiado como espacio de memoria y está en manos de una familia. Hasta ese momento era solo eso: un descampado rodeado de oscuridad.

 

 

Comenzamos a construirnos nuestras casas con palets  de madera porque conseguíamos los camiones llenos a $700, pero notamos que la gente no se quedó con un simple asentamiento y un ranchito de madera o de chapa: se ve que se quiere seguir avanzando y es buenísimo para el barrio. En Camino Muerto somos todos amigos o conocidos que nos criamos en la zona, familias con hijos chicos que aprenden de la solidaridad de los grandes: acá no hay diferencias, hay mucha compañía entre los chicos, se juntan por ahí dos o tres a jugar un partido y de repente hay diez y un torneo armado. Los domingos en el barrio son algo hermoso, todos tomando unos mates.

 

 

Desde que el barrio se está formado los de afuera sólo prejuzgan, no tienen ni idea lo que pasa acá, ni siquiera el Estado que ni se acerca porque dice que es un terreno privado. Pero hasta donde nosotros sabemos el dueño está en quiebra: no puede acceder a él pero el Estado tampoco se hace cargo.

 

 

Las calles son todas de tierra por lo que cuando llueve es un caos aunque también nos pasa que el agua falta: cuando llega diciembre sabes que hasta marzo o abril no va a salir de la canilla.  Las pocas luces que hay en las calles son columnas que fuimos comprando con los vecinos y tenemos pensado poner más ¡porque hay lugares que está todo a oscuras!

 

 

El año pasado, en septiembre, hubo una tormenta de viento muy grande durante una madrugada y la mayoría de los techos se volaron. Esa misma noche se conformó un grupo de vecinos se fueron ayudando a restaurar los techos de al menos 10 casas que sufrieron el daño de la tormenta y del Estado siempre ausente. 

 

 

Desde que nos confirmamos como asamblea Poderosa no dejan de acercarse chicos, chicas, vecinos y vecinas que saben que necesitamos estar unidos como siempre para sacar a nuestro barrio adelante, como lo venimos haciendo desde que llegamos para llenarlo de vida y ya no sea un «Camino Muerto».

 

 

Vamos a empezar por los espacios para los chicos y chicas: taller de dibujo, apoyo escolar, copa de leche y un roperito.

 

 

En la puerta de casa pinté un pañuelo y un Nunca Macri para que se sepa que La Poderosa en Baigorria llegó para quedarse y hacer frente a la oscuridad que nos quieren imponer: Camino Muerto es un faro y no se calla

¡Nunca Más!

 

 

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