A diez minutos del centro de San Miguel de Tucumán se emplaza el barrio 11 de Enero, donde sobreviven 300 familias en veinte manzanas sin agua potable, con la más absoluta ausencia del Estado y la más omnipotente solidaridad vecinal: desde hace 16 años hay una sequía permanente de Derechos Humanos. Mientras nos inunda la bronca y nos deshidratamos de tanto esperar respuestas y soluciones de la gobernación provincial, el municipio y la Sociedad de Aguas del Tucumán, dos artistas populares se suman al reclamo. Raly Barrionuevo canta la posta: “El Estado en que estamos inmersos está guiado por gobiernos para unos pocos privilegiados y como consecuencia hay muchos desterrados de cuestiones muy básicas. Así se maneja el capitalismo”. Luego de años de exigir soluciones y sin respuestas de fondo, la voz de Lisandro Aristimuño retumba para que los responsables escuchen: «La Pachamama es fundamental, no se puede vulnerar. Hay que cuidar los espacios donde vivimos y las transformaciones siempre son procesos, donde la raíz, creencia y gente del barrio debe ser central”.
En Tucumán, ¿el agua no es un derecho universal?