* Por Luís Arce, candidato a Presidente en Bolivia por el MAS-IPSP.
En 14 años hemos demostrado al mundo entero que para un desarrollo real no podemos ni necesitamos copiar modelos extranjeros, principalmente elaborados en las universidades norteamericanas y europeas. Tenemos una salida distinta en América Latina: otro camino aparte del neoliberalismo es posible. Para eso se necesita un gobierno que avance en esas políticas, aunque sin la unidad del pueblo no se puede hacer absolutamente nada. Bolivia ha sido el país más exitoso en términos de resultados sociales; la gran diferencia con cualquier otro proceso es la estabilidad política, la estabilidad económica y el crecimiento económico. No hay países en la región que hayan podido tener esas tres cosas que nosotros logramos desde el 22 de enero de 2006; el 3 de mayo nos jugamos el futuro de los bolivianos.
Con la conducción del presidente Evo teníamos la tasa de crecimiento más alta de Latinoamérica; habíamos reducido drásticamente la pobreza, del 38% al 15%; hemos mejorado la distribución del ingreso en Bolivia y ahora ocupamos el quinto lugar en la región: en 2005, junto con Brasil éramos los países más desiguales en ese aspecto, hasta que aplicamos las medidas redistributivas; hemos aumentado la esperanza de vida de la población: de 2005 a 2019, Brasil aumentó la esperanza de vida de su población en 4 años y medio y Bolivia en 10 años. Estos datos no solo son números: significa mejorar la calidad de vida del pueblo.
Bolivia ya ha enfrentado al neoliberalismo: son las mismas políticas que generaron pobreza, marginación, exclusión y falta de ingresos durante 20 años desde 1985. En estos meses se ha reinstalado ese modelo después de 14 años de estabilidad y los sectores más afectados fueron campesinos e indígenas porque ellos fueron los que más adelantaron en derechos y otras políticas sociales. Debemos reponer todo eso, aunque cada día que pasa se complica más sacar adelante el país.
Es muy complicado organizarse por la situación que atravesamos: hay persecución a dirigentes y ex autoridades. Cuando uno hace política en contra del gobierno de facto, es sedicioso y lo llevan a la cárcel. Como no hay policía, jueces y fiscales que cumplan la ley, la población está completamente desprotegida. El respeto a los derechos humanos es básico. Si no existe, estamos en dictadura. Y eso ha ocurrido en Bolivia. Este es un gobierno cuyo poder radica exclusivamente en las Fuerzas Armadas; no tiene ninguna base social. Por el contrario, desde el MAS-IPSP nunca hemos pensado en sacar a las Fuerzas Armadas a las calles porque nos basamos en los movimientos sociales; nuestro instrumento político son los bolivianos que caminan a pie todos los días en las ciudades, en el campo. La fortaleza que tenemos es la organización. Esa democracia vamos a defender con nuestros votos el próximo 3 de mayo y tenemos buenas posibilidades de ganar.
Lamentablemente, no hay garantías: nuestros compañeros la están pasando mal y tengo mis dudas acerca de que nos reconozcan gobierno si ganamos y de que haya transparencia. En ese marco debemos hacer la campaña. Por eso llamamos a toda la opinión pública internacional para que pueda manifestarse en Bolivia sobre lo que pueda ocurrir. Después de un duro golpe, uno se empieza a despertar; también sucede en otros países: poco a poco estamos reaccionando; nos organizamos para salir de este letargo y avanzar en el proceso que tantas y tantos queremos.