* Por Ángel Cerrichio, padre de Matías y suegro de Natalia Benítez, víctimas de la Tragedia de Once.
Fueron ocho años difíciles, nadie está preparado para perder a un ser amado, como a mí me pasó con mi hijo y mi nuera. Me enteré lo que había ocurrido por los medios de comunicación. Aquella mañana de 2012 salimos con mi familia a recorrer los hospitales para buscarlos, no me voy a olvidar nunca; sentía una desesperación terrible hasta que a la noche encontré a Matías en la morgue.
Enseguida, de forma espontánea nos reunimos y formamos un grupo de familiares que empezamos a transitar este camino pidiendo justicia para lograr que condenaran y encarcelaran a los responsables. Fue una victoria increíble que logramos gracias a la unión y el compromiso, a pesar de luchar contra el poder y la corrupción.
Se puede llamar tragedia o masacre, pero jamás accidente, porque se podría haber previsto; faltó honestidad y capacidad, ya que prefirieron robar en lugar de hacer el mantenimiento de los trenes. Nuestra meta siempre fue que no haya otro 22 de febrero, nunca más. Conseguimos ciertas mejoras en el funcionamiento del transporte, lástima que costaron 52 vidas y un montón de sufrimiento.
Seguiremos en la lucha y siempre trataremos de vivir en un país con justicia verdadera. La sociedad siempre nos acompañó y es necesario sentir cerca a quienes buscan un mundo mejor, como el primer año en la Plaza de Mayo, que la llenamos para exigir justicia y fue un paso fundamental en todo lo que obtuvimos después por estar unidos.
A ustedes, que siempre nos aguantaron,
siempre estaremos agradecidos.