* Por Marlene Wayar, escritora y feminista trans.
Hoy, justo hoy, se cumplen cinco años desde el travesticidio de Diana y el hecho de que le hayan quitado la carátula de “travesticidio” a la causa por su asesinato, me parece muy fuerte e impactante; eso debe llevarnos a repensar muchas cuestiones, porque todo es político. Además, es indudable que en este momento ella ocuparía un rol fundamental, movería todos los hilos posibles, estaría ayudando, golpeando cada puerta de cada despacho, pero también motorizando a las compañeras, a las ollas populares, organizando al colectivo para que a nadie le falte la comida y que se sostengan los elementos de limpieza. Ella estaría ahí, al frente de la lucha. Así es como la recordamos, con su constancia para agitar las aguas y que las cosas sucedan. Porque lideró desde mucho antes de comandar la comunidad travesti, encabezó la lucha contra el CEAMSE, se enfrentaba solita a las mafias prostituyentes de La Matanza. Lo que más extraño de Diana es su ímpetu para salir a transformar la realidad. ¡Cuánta falta nos hace! Construyó su camino aprendiendo constantemente y nos enseñó a caminar en este mundo.
En la comunidad travesti, durante muchísimas décadas fuimos muy pocas las referentas, pero se debía a que muchas compañeras pensaban que lo mejor era quedarse en la zona roja, pagar “peaje” y soportar violencia policial. Y eso lleva a que la realidad de nuestra comunidad hoy sea terrible. Actualmente todes somos pasibles a contagiarnos de coronavirus, pero algunas estamos en una situación diferente a otras: el grueso de nuestra comunidad vive de la prostitución, a ese sector no están llegando con ninguna de las ayudas. Son realidades muy distintas las que se viven; no es lo mismo que me quieran echar a mí del departamento por falta de pago, que tengo la posibilidad de pedir que me esperen, que la realidad de una compañera que vive en un galpón vacío de Constitución. A ella le patean la puerta y la sacan con empujones a la vereda. ¿Qué van a decir? ¿”Hoy no me podés desalojar”?
A mí me pasan muchas cosas por ser travesti y medir 1,89; a Lohana le pasaron por ser travesti y boliviana; a Diana por ser travesti, más bajita y gordita. El Cupo Laboral Travesti-Trans es una de las luchas que encabezó Diana toda su vida y que hoy sea una realidad es un logro porque es una bandera estratégica. Sin embargo, tiene sus límites; por ejemplo, la edad o la educación. Es un avance grande porque cuando se incorporen las compañeras al sistema, seguro algo se podrá transformar; deberemos ir aprendiendo cómo llevar adelante los puestos y los derechos laborales, que cada vez son más precarios y con más despidos. Ahora, a una compañera de 70 años no le podemos decir que empiece a capacitarse, porque a los 65 ya se debería estar jubilando. A ellas les deben dar una forma digna de vida y en paralelo empezar a trabajar con la juventud para que no quede desprovista de herramientas para incorporarse al trabajo