* Por Norma Cuevas, madre de Ana María Acevedo, fallecida por la negativa al aborto no punible.
Mi hija era madre de tres chicos y con tan sólo 20 años le diagnosticaron cáncer maxilar en 2006; empezó a atenderse en diferentes hospitales públicos y todo avanzaba con normalidad, hasta que en mayo de 2007 Ana María quedó embarazada. Con 15 días de gestación, los médicos sabían muy bien que ella no podía empezar con el tratamiento; para protegerla debían sí o sí practicarle un aborto terapéutico, que es legal, pero que por negligencia prefirieron no hacerlo: la terminaron matando. No fue simplemente una mala praxis, decidieron negarle el aborto.
Llevo 14 años de lucha sin justicia. Los médicos, entre ellos el director del Hospital Iturraspe de la capital santafesina, el doctor Andrés Ellena, no fueron condenados. Todos los involucrados hoy siguen trabajando y los que son de Vera, el pueblo de donde somos, siguen caminando por la calle. Al ser de un lugar chico, me los cruzo todo el tiempo. Suelo pensar que si hubiésemos tenido plata, podríamos haberla llevado a otra clínica y no hubiera pasado todo esto.
Si a mi hija no le hubiesen negado ese aborto, hoy estaría viva; no se iba a morir tan pronto. Algunas mujeres sobreviven y otras tantas ni siquiera van a los hospitales porque tienen miedo de ir presas. Ana María tenía todas las oportunidades de seguir con vida y por eso quiero que salga la ley, para que ya no mueran más mujeres. Si no se aprueba, no vamos a dejar las calles ni a bajar los brazos; vamos a ser muchas más de las que ya somos.
A todas las compañeras que estarán en las vigilias, les envío fuerzas: tenemos que sacar esta ley sí o sí. Yo tomé el micrófono desde Vera por todas las que no se animan a hablar para que este proyecto defienda a las chicas como mi hija, que no tienen recursos. No podemos esperar más, es urgente. ¡Que sea ley! Yo ya perdí a mi hija, no quiero quedarme sin una sobrina o una nieta: no quiero perder a ninguna más.