* Por Yamila Gaitán, hermana de Pepa Gaitán, asesinada en Córdoba por ser lesbiana.
Siempre dije, y seguiré diciendo, que la Pepa era un ejemplo y que le tengo una profunda admiración. No lo digo sólo como hermana, sino porque realmente era una persona que podía enseñar mucho. Esto se reflejaba en su amor por el fútbol, un deporte que la maravillaba y fue parte esencial de su vida, porque siempre estaba para alentar y gritar los goles desde la tribuna de Belgrano, su pirata cordobés. Pero no pudo seguir entonando las estrofas en la cancha porque el 7 de marzo de 2010 fue asesinada por el padre de su novia. Hoy se cumplen 11 años desde aquella atrocidad; no paro de extrañarla, sueño con volver a abrazarla. Sin embargo, la mantenemos presente en la lucha contra el odio en este Día de la Visibilidad Lésbica, que es un homenaje a la Pepa y al orgullo que supo transmitir.
Su imagen era el reflejo del fútbol popular, porque llevaba en los genes las ganas de ayudar y construir en conjunto, desde las bases. En el Barrio Parque Liceo, donde vivíamos, daba clases de Educación Física para las y los niños de la asociación “Lucía Pía”, que había sido fundada en honor a mi abuela. Ahí tenemos guardería, comedor, talleres y copa de leche. Todo el mundo la apreciaba, ya que disfrutaba estar cerca de las personas y se preocupaba por los demás, incluso iba a la casa de vecinas o vecinos para llevarles los alimentos. ¡No se le escapaba ni un detalle! Sabía de memoria el nombre de todas las personas que asistían al comedor.
Nunca tuvo miedo de poner en alto sus deseos y sus gustos, siempre caminaba con la frente en alto. Recuerdo que cuando tenía 14 años tuvo su primera pareja y decidió identificarse con el género masculino, porque se sentía más cómoda así. Nunca ocultó su identidad. En la familia la apoyamos desde el primer momento. Por eso, durante tanto tiempo luchamos por justicia, ya que a pesar del cruel asesinato, a Daniel Torres sólo le dieron 14 años de prisión por «homicidio simple agravado por uso de armas de fuego», sin reconocer que también fue un crimen por la identidad de la Pepa. En tres años, él volverá con su familia, volverá a las calles en libertad, pero acá perdura el dolor para toda la vida.
Sigo muy orgullosa por toda la lucha que dio mi madre junto con el resto de nuestra familia, encarnadas en cada mural de la ciudad que lleva su nombre o su cara, en cada movilización y en cada pancarta que hemos levantado en las calles. Seguiremos de pie dando testimonio para que la Justicia no ningunee nunca más los crímenes de odio y para que estas cosas no vuelvan a pasar. La vida y la historia de mi hermana no fueron en vano: a todas las personas que son como la Pepa, lesbianas, travestis o transexuales, las convoco a que sigan adelante, que escriban su historia, visibles y con la frente siempre bien en alto. ¡Hasta la victoria!