Suena el timbre y volvemos a la rutina.
En cada esquina del aula está Sandra Calamano, preparando todo para el inicio de clases, y ahí nomás, cerca de ella, está Mónica Jara borrando el pizarrón. En cada puerta está Rubén Rodríguez, viendo entrar a las y los estudiantes; también se asoman Nicolás Francés y Mariano Spinedi, que andan arreglando los problemas edilicios de los cuales el Estado no se hace cargo. Siguen ahí, porque todavía falta mucho por arreglar en la Provincia de Buenos Aires, donde hace tres años ocurrió la explosión; y tanto más falta sanar en Neuquén, donde el fuego de la desidia se replicó en la infraestructura escolar.
Cuando aquel 2 de agosto de 2018 la ausencia estatal de la gestión de Maria Eugenia Vidal se llevó la vida de Sandra y Rubén en la Escuela N° 49 de Moreno, esperábamos que aprendieran algo para que no hubiera otra muerte dentro de las aulas. Sin embargo, la misma precariedad azota a La Matanza, donde explotó una estufa en la Escuela Pública N° 99, y en la Escuela Secundaria N° 91 de Los Álamos estuvieron una semana sin clases porque había una fuga de gas. Mientras, seguimos exigiendo que escuchen a cada docente y a cada estudiante para evitar más tragedias como estas, que no son accidentes; durante la pandemia podrían haber hecho refacciones, pero los edificios hoy están peor que al inicio del año pasado. Vendría bien prestarle atención a que, en la Ciudad de Buenos Aires, en dos años recortaron el 70% del presupuesto para infraestructura.
El aula de la Escuela Albergue N° 4-109 de Neuquén sigue destruida: el olor a hollín se siente en las paredes, la caldera sigue ardiendo, y nos faltan tres almas por la explosión del 29 de junio. Mónica Jara cumplía su primer día dando clases cuando la caldera estalló; quedó internada durante 26 días con más del 80% del cuerpo quemado hasta que falleció. Nicolás Francés y Mariano Spinedi estaban arreglando la escuela y murieron ese día. ¿Cómo vamos a construir un futuro en aulas que se caen a pedazos? El gremio ATEN denuncia que en Neuquén hoy hay 152 escuelas que no están en condiciones de retomar las clases presenciales, y en Río Negro, la Escuela 290 de Fiske Menuco está inhabilitada por la misma razón que mató a Sandra y Rubén, una fuga de gas.
La infraestructura escolar es innegociable; no podemos llorar otra vida de la comunidad educativa. Nunca más.