Acá estamos, a quienes siempre abrazaste con tus líneas, porque cada oración que hiciste nacer, creció en el corazón de nuestras barriadas. Acá estamos, las defensoras de tu palabra justa, los guardianes de tus historias. Acá estamos, los hijos de los días pasados y los que quedan por venir, combatiendo los estigmas que otros escribieron y vos desenmascaraste. Te recordamos así, Eduardo, con tu voz incomparable y tu corazón comprometido, que se largó a latir un día como hoy y que no morirá jamás. Infinitas gracias por acompañar nuestra lucha de villas combativas y barrios soñadores.
Por vos,
somos un poquito mejores.