Hace 529 años, tierras de comunidades originarias son ocupadas sin pedir permiso, imponiendo la pedagogía de la desmemoria para conducir al olvido. Hoy, 11 de octubre, se conmemora el último día de libertad de los Pueblos Originarios y la historia vuelve, ahora en Córdoba. Los niveles de violencia alcanzados durante los últimos meses en territorio ancestral se incrementaron de manera notable; paralelamente, avanzaron en la provincia los negocios inmobiliarios y la frontera agraria. Son 35 las comunidades que padecen hostigamiento, violaciones y amenazas de muerte a raíz de diferentes intereses, fundamentalmente el económico.
Pablo Reyna, miembro de la Comunidad Timoteo Reyna, pueblo Camiare
(Comechingón), está en alerta: “Desde que se instaló el colonialismo y el
capitalismo, no sólo hemos sido despojados de los territorios, ha habido violencia sobre los cuerpos y eso continúa en el tiempo. La lógica de
valoración capitalista hace que tierras que no eran atractivas en términos de inversión, hoy sí lo sean”.
Juana López, Casqui Curaca de la Comunidad Comechingona Hijos Del
Sol en San Esteban, departamento Punilla, afirma que «no somos prioridad para los gobiernos, porque actúan de una manera colonial. La idea de un verdadero Estado plurinacional no está en sus planes, por eso exigimos que la ley 26.160 de relevamiento territorial indígena en la provincia esté en vigencia permanente, dado los atropellos que venimos sufriendo”.
Laura Misetich, integrante de la comunidad Comechingona Canchiras
de Salsipuedes, es clara: «Pedimos respeto a nuestros sitios sagrados, que
se nos consulte como dicen las leyes; pedimos participar porque tenemos voz y derecho, que dejen de reproducir los atropellos que venimos soportando desde hace más de 500 años. Somos miles los que acá estamos, estuvimos y seguiremos estando”.
Las comunidades prevalecen frente al tiempo y las injusticias, resistiendo al colonialismo de ayer y hoy, que jamás dejó de lastimar. Mañana no hay nada que festejar.