Hay hambre, y a esta altura del partido no sabemos qué más hacer. Por eso, con la panza vacía y la angustia atravesada en la garganta, gritamos igual. En cada rincón de nuestro país, la demanda alimentaria no para de aumentar y, en la provincia de Tucumán, estamos en una situación límite: actualmente ponemos el alma en 7 comedores y 7 merenderos para garantizar más de 7000 platos de comida diarios sin aporte estatal. Cada día se acercan más familias, que llegan hasta cuatro horas antes para no quedarse sin comida, y todavía no tenemos soluciones por parte del gobierno provincial.

Entre las 547 toneladas de mercadería que nos adeuda el Ministerio de Desarrollo de Nación desde octubre de 2020, tenemos que soportar una escasez de recursos que se profundiza, porque hace cuatro meses que el gobierno provincial no responde ante nuestra emergencia alimentaria. Insistimos más de un año para juntarnos con funcionarios del Ministerio de Desarrollo de Tucumán, en dos reuniones que tuvimos en marzo y agosto se comprometieron a reconocer nuestros espacios alimentarios y enviarnos mercadería de emergencia, pero nada de eso cumplieron. Las 251 trabajadoras de las barriadas en San Miguel de Tucumán y Yerba Buena, no damos abasto. Aunque nos organizamos entre vecinas y vecinos que aportan con lo que pueden, se nos complica seguir sosteniendo semejante necesidad a base de donaciones.

El hambre no espera,

¡necesitamos soluciones!