* Por Laura Cortez, madre de Franco Amaya, víctima de gatillo fácil en manos de la Policía de Córdoba el 22 de febrero de 2017.
Este es un momento bastante difícil, en el que recuerdo todo lo que pasó esa fecha. Junto a Luciano, el hermano de Franco, no estamos bien. Ya no está tu ser querido, te lo quitaron. Con el tiempo, la tristeza y el dolor son muy grandes.
En mayo de 2018 la Cámara 11 del Crimen condenó a Rodrigo Maximiliano Velardo Bustos, el policía que le disparó a mi hijo, a tan solo 12 años de cárcel, y absolvió a José Ezequiel Villagra, que era responsable del control policial. El juicio y la sentencia nos dejaron un sabor amargo. A cinco años del asesinato de Franco, seguimos luchando para que den lugar a la apelación que presentamos y que rechazó el Tribunal Superior de Justicia provincial. Insistimos ante la Corte Suprema de Justicia para que revise el fallo, porque a los responsables les corresponde la pena de prisión perpetua; ellos a mí me condenaron a no tener a mi hijo de por vida.
Lo que vivimos hoy nos duele: la Justicia no nos acompaña, no se pone en el lugar de los familiares, y la Policía sigue igual, matando pibes en todo el país sin que nadie ponga un freno. Por eso hoy nos encontramos familiares y amigos, en la plaza que lleva el nombre de mi hijo, para honrar su memoria y la de todos los pibes víctimas de gatillo fácil. Como símbolo de dignidad colocamos una placa, e invitamos a toda la comunidad a traer plantines para sembrar vida. Estamos convencidas y convencidos: ¡Franco vive si la lucha sigue!