Todos los veranos sufrimos la misma escena: abrir la canilla, que no salga nada, y con suerte esperar hasta la madrugada para llenar gota a gota la botella o el bidón.
La realidad es que en enero el problema empeora. Pero, en la mayoría de los casos, la falta de agua es un problema que persiste durante todo el año. Pareciera que, para las autoridades políticas y para las empresas prestatarias, no es algo urgente porque se pasan la pelota hace años y jamás nos brindan una solución.
Sólo en nuestra organización, hay 39 barrios que, al día de hoy, tienen problemas para acceder al servicio. La situación no solo impide algo tan básico como tomar agua, sino que también se dificulta la limpieza, higiene y la labor de los comedores. ¿Cómo hacés para cocinar para cientos de personas sin agua?
¿Nos tenemos que acostumbrar a vivir con los derechos a cuentagotas?