En la pluma de Tamara Noga, garganta poderosa de la Villa 21-24, CABA, y con las ilustraciones de Nicolás Gómez, garganta poderosa de Barrio Los Cortaderos en Córdoba, exigimos el reconocimiento salarial para las cocineras comunitarias.
La olla se empieza a llenar,
las panzas vacías se acercan cada vez más
con sus tuppers en las manos para poder cargar
un poco de comida para su hogar.
Acá no hay pausas,
ni feriados,
ni puertas cerradas.
Hay cocineras bien plantadas.
Pero falta, siempre falta.
Y no, no hacen magia.
Se rompen la cabeza calculando las porciones para que las personas puedan llenar la mesa.
O para convertir la harina, el aceite y los fideos, en comidas nutritivas cada día.
¿Qué si son reconocidas?
Sí, en las barridas.
Pero acá queremos reconocimiento del Estado,
para devolver a ese trabajo comunitario
un salario digno y necesario.