«Los domingos al mediodía nos juntábamos, pero como Ferni y Esteban Rojas, su pareja, habían salido el sábado a la noche, no le escribí porque imaginé que dormían. Su hijo de 10 años se había quedado en mi casa, y a las 13 él me dijo que su mamá no le contestaba. Me preocupé. Le escribí, la llamé y tampoco me contestó, así que fuimos a la casa. No había nadie, no estaba el auto. A las 20 empecé a preguntar en todo el barrio», Por Clara Ayala, hermana de Ferni Ayala, mujer de 28 años asesinada por su pareja el 19 de febrero en la Villa 21-24.
Pensé que les había pasado algo y fui a la Comisaría por averiguación de paradero. Estuvieron cuatro horas para tomarme la declaración: me pedían hasta el número de documento de él.
Salí de la Comisaría a las dos de la mañana y decidí que rompamos la puerta. Fuimos con mi hermana más grande, Alicia, mi cuñada y un vecino, quien empezó a patear la puerta y después de 10 minutos logró abrirla. Entré, prendí la luz y ví las sandalias rojas que Ferni tenía esa noche. Vi ropa de él en el suelo y no pude seguir. Le pedí a mi cuñada que se meta un poquito más, hizo un paso y estaba Ferni, en el suelo. Aparentemente, el disparo fue por la espalda. No sé cuántas horas estuvo ahí.
Siempre fuimos muy unidas, ella era muy bondadosa. Trabajó en un comedor comunitario y también laburamos de cuidadoras. Siento que él es la única persona que sabe bien qué fue lo que pasó. El domingo anterior ella me contó que él le había revisado el teléfono y que estaba celoso.
La causa hoy está bajo la carátula de “Homicidio agravado por el uso de arma de fuego y por mediar violencia de género”, y con mi familia buscamos que la cambien a «Femicidio». Queremos justicia, la pena máxima para el femicida y saber qué pasó.